Teniendo la respiración, directa relación con el estado mental-emocional, una respiración equilibrada, amplia, serena, y nuestra consciencia de la misma manera es de suma importancia para armonizar con la naturaleza, “inspirarnos” y gozar de buena salud
¿has notado en ti mismo ante alguna situación estresante, que respiras deficientemente? ¿o que una alteración repentina del patrón respiratorio genera cambios en tu mente, emociones y la salud del cuerpo en general?
He incluido debajo, un fragmento breve y claro para abordar el tema, escrito por Susana Ramón. Cuando leas la palabra “estrés”, te invito a pensarla como “PRE-ocuparse o sobre exigirse” al proyectar que pasará algo malo en el futuro como: equivocarse, olvidarse las notas, pensar que al público no le gustará, que no darás la talla en tu ejecución, etc. Esta exagerada pre-ocupación es, generalmente, sobre algo que realmente no existe, porque cualquier error del pasado ya no existe ahora mismo en el presente, y cualquier imagen mental sobre el futuro, tampoco es real o existe AHORA en el presente, alguien que se preocupa por algo que no existe, es en cierta forma, parecido a un esquizofrénico.
Aprenderemos más adelante a no entrar en este juego de la mente. Observemos ahora cómo este estrés (PREocupación o sobre exigencia) afecta negativamente nuestra manera de respirar.
“ESTRÉS, EMOCIÓN Y RESPIRACIÓN
La respiración es una de las funciones vitales de nuestro organismo. Sin ella no cabría la vida. ¿Por qué entonces nos cuesta tanto respirar plenamente?
Cuando hablamos de respiración plena, hablamos de una capacidad óptima de nuestros pulmones de oxigenarse y oxigenar nuestro organismo. En los dos movimientos que conforman nuestra respiración, la inspiración (cuando cogemos aire) y la espiración (cuando lo expulsamos), participan nuestros pulmones y una serie de músculos y estructuras que por su contracción o expansión permiten el cambio de presión interna para que “recojamos” el oxígeno. Los músculos intercostales y el diafragma, el músculo respiratorio por excelencia, se contraen y relajan, arrastrando la región torácica hacia la contracción y expansión y su correspondiente cambio de volumen para la inspiración o expulsión del aire. Cuando la respiración es “plena” u óptima el diafragma se contrae profundamente, permitiendo así ampliar el volumen torácico para una correcta oxigenación.
La dificultad en esta acción tan natural para nuestra supervivencia, reside en que la mayor parte de las veces utilizamos solo una ¼ parte de nuestro potencial respiratorio. Ello resta capacidad de revitalizar nuestra sangre, células, tejidos, músculos y cerebro y nuestra acción cotidiana.
¿Por qué nos cuesta tanto respirar plenamente?
La respiración está íntimamente ligada a nuestras emociones y de su gestión dependerá nuestra buena o mala salud respiratoria.
Sabemos que, en una situación de miedo, nos congelamos y casi “dejamos de respirar”. Cuando estamos ansiosos o estresados al hablar frente a un público, el ritmo cardíaco se dispara y nuestra respiración se acelera. De manera casi involuntaria subimos nuestro centro de gravedad y perdemos contacto con nuestros recursos.
Veamos como el fenómeno del estrés impacta en nuestra respiración y determina la manera en cómo respiramos.
Cuando estamos estresados, se activa el sistema nervioso autónomo simpático, cuya función es la activación (contraria a la recuperación del sistema nervioso autónomo parasimpático). Se activan diferentes mecanismos de defensa y el organismo se prepara para luchar o huir frente a una situación considerada como amenazante o anormal. Esto en sí, es bueno, si nos encontramos frente a un peligro real. Careceríamos de instinto de supervivencia si frente a tal situación nos quedásemos tranquilos y apacibles esperando una resolución fácil del conflicto.
La respuesta del organismo al estrés, empieza por modificaciones neuroendocrinas, que pondrán en juego el hipotálamo, la glándula hipófisis y las suprarrenales. Empieza el protagonismo del sistema nervioso autónomo simpático, que provoca reacciones tales como la vasoconstricción periférica, la taquicardia, la ralentización de la movilidad intestinal. Se liberan glucocorticoides en el torrente sanguíneo como la adrenalina y la noradrenalina, el cortisol y aumenta la glucosa en sangre.
Necesitamos tal fisiología para responder a lo que nuestro organismo supone una amenaza. En condiciones normales y una vez pasada la alerta, el sistema parasimpático permite la recuperación y la vuelta del organismo al equilibrio (homeostasis).
¿Ahora bien que ocurre, con nuestra respiración cuando padecemos estrés?
La activación del sistema nervioso autónomo en su rama simpática, acelera la respiración que se produce de manera rápida, entrecortada, superficial y tiende a localizarse en la región torácica alta. El ritmo respiratorio aumenta, pudiendo provocar una hiperventilación. Las personas que padecen pánico escénico, conocen muy bien este fenómeno. Pongamos un ejemplo: si quisiéramos “estresar” a alguien, solo tendríamos que pedirle que realizara una respiración, rápida, poco profunda, alta…. Eso de hecho no es algo antinatural, en situaciones donde debemos prepararnos para luchar o huir.
Este tipo de respiración torácica y superficial tiene una función muy específica y supone un solo aspecto de nuestras posibilidades respiratorias.
Quiero subrayar que no existe un tipo de respiración ideal. Según las actividades que realicemos (cantar, dormir, nadar, caminar, hablar) responderemos con un u otro patrón respiratorio (respiración clavicular, torácica, diafragmática, abdominal).
Pero volvamos al fenómeno del estrés…
Respirar desde el “estrés” o las emociones que lo acompañan, no sería un problema si el proceso cumpliera su función acotada en el tiempo. Es decir, si finalizara el proceso específico, una vez desaparecido el fenómeno estresor (estresante). La dificultad surge, cuando una vez pasado “el peligro” (hacer una presentación en público, o acabar ciertas tareas profesionales que nos urgen), e incluso en periodos de descanso, persistimos en el mismo tipo de respiración, reduciendo nuestra habilidad respiratoria y contrayendo los músculos y órganos del cuerpo.
Todo movimiento en el cuerpo, es información para el sistema nervioso y tal respiración emite señales para el cerebro que entiende que la alerta sigue presente. No hay cabida aquí para una vuelta a la homeostasis o equilibrio vital del cuerpo.
Para evitar tal situación, es importante invertir el proceso, mandando nuevas señales y deshabituando a nuestro organismo a funcionar más allá de sus posibilidades, activando el sistema parasimpático, cuya función es la vuelta a la normalidad.
¿Por qué una respiración profunda ayuda a controlar el estrés o todo tipo de emoción nociva para nuestro organismo?
Un respiración lenta y profunda, desplegara nuestro diafragma y ayudará a revertir los procesos bioquímicos y fisiológicos, ligados al estrés, enviando nuevas señales a nuestro cerebro, para que entienda que la amenaza ya ha pasado.
La respiración es una función controlada básicamente por nuestro sistema nervioso autónomo El centro que la regula es el bulbo raquídeo que a la vez actúa como regulador del ritmo cardíaco.
Podemos también influir en la respiración, de manera voluntaria liberando nuestro potencial respiratorio para reducir las respuestas al estrés inadecuadas y persistentes y las emociones que las acompañan (ira, frustración, tristeza). Ello supone un aprendizaje que a largo plazo tendrá una repercusión indudable en nuestra salud.” Escrito por Susana Ramón.
Extraído de http://www.metodofeldenkrais.com/estres-emocion-y-respiracion/
Estás respirando ahora mismo?, ¿Estabas siendo consciente de tu respiración? , y ahora, ¿Cómo describirías tu forma de respirar? ¿Cómo es?
Comienza a ser consciente durante el día a partir de hoy de cómo estás respirando, cuando estás en situación de tensión, de relajación, de ira, amor, excitación, dolor, etc.
Trata de registrar en cuantos segundos estás inhalando, en cuantos segundos exhalando y si hay pausa entre inhalación o exhalación, si la respiración se produce en la región alta (torácica) o baja (abdominal), si puedes anótalo o regístralo en tu memoria.
Luego cambiarás voluntariamente tu respiración sintiendo como
en 2 segundos llenas la parte baja de tu vientre con aire
y en los próximos 2 segundos la parte central de tu pecho (utiliza toda tu capacidad pulmonar, llena los pulmones al máximo y siente como se expande tu caja torácica),
luego exhalas vaciando en 2 segundos tu pecho
y en los próximos 2 segundos tu abdomen (termina con un ligero ajuste abdominal para extraer el aire residual)
Así sucesivamente durante 1 minuto por lo menos. (si inhalar en 2 segundos te queda muy cortito y quieres hacerlo inhalando en 3 o 4 segundos y exhalando en 3 o 4 segundos hazlo).
Observa que va cambiando dentro tuyo, observa cuerpo, mente y emociones.
Una vez que lo hayas probado en alguna situación cotidiana, vuelve aquí y escribe tus impresiones sobre este ejercicio aquí debajo en la caja de comentarios
Te dejo aquí un vídeo más que interesante